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La chinampa, patrimonio vivo de la cultura del agua heredada de los pueblos precolombinos

Por José Luis Martínez Ruiz
Profesor del posgrado del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua y cineasta.

Las obras hidráulicas, la construcción de acueductos y los sistemas de riego agrícola forman parte de la tradición hidroagrícola mesoamericana, a lo que el antropólogo Miguel León Portilla denominó la tradición de jade. La chinampa es uno de sus extraordinarios logros y que pervive hasta la fecha.

En los antiguos lagos de la cuenca de México ―donde ahora se alza la gigantesca urbe de la Ciudad de México―, para un mejor aprovechamiento de su entorno hidrográfico, los pueblos precolombinos desarrollaron métodos para formar suelos artificiales que usaron para cimentar sus edificaciones, ampliar sus tierras de cultivo y como basamento para construir obras hidráulicas. Las construcciones hechas a mano de tierras de cultivo se levantaron en las riberas de los lagos y en las partes pocas profundas de la zona lacustre, y se les denominó chinampas, que en lengua náhuatl significa “seto de cañas encimadas” o “cercado de varas entretejidas”. Esta tecnología, con una antigüedad que rebasa los 2000 años, fue uno de los cimientos básicos que contribuyó a que los antiguos mexicanos desarrollaran una cultura hidráulica y lacustre única en el mundo.

Chinampa de San Gregorio Atlapulco. Foto de José Luis Martínez

Chinampa de San Gregorio Atlapulco.
Foto de José Luis Martínez

Tenochtitlan, ciudad lacustre sembrada de chinampas y canales de navegación

Durante la consolidación del imperio mexica (1428-1521) se intensifica y expande el sistema chinampero en las lagunas de agua dulce de México, Xochimilco y Chalco. Este apogeo se debe también a las condiciones geológicas lacustres que condicionaron la formación de lagos extensos y poco profundos, alimentados en buena medida por los ricos y dulces manantiales del sur.

El crecimiento de las chinampas está directamente relacionado con la construcción y operación de una compleja infraestructura de obras hidráulicas que mediante represas, canales de navegación, calzadas-diques, trabajos de drenaje, conducción de agua dulce, compuertas, y una red de canales y zanjas ejercían un control de los cuerpos lacustres en beneficio de la agricultura chinampera.

Mediante este sistema hidráulico se evitaba las inundaciones y la mezcla del agua salada del lago de Texcoco con las lagunas de agua dulce; se tenían vías de comunicación fluviales y terrestres; abastecimiento de agua para consumo humano, y se aseguraban los niveles del agua adecuados para el sistema chinampero. En el valle de México, el control hidráulico de los cuerpos lacustres favoreció el crecimiento y la creación de un sistema chinampero hidroagrícola con la tasa más alta de productividad agrícola jamás vista en la historia de Mesoamérica.

Para comprender el éxito de las chinampas no basta asociarlo con el desarrollo de la tecnología hidráulica; para que se haya podido lograr tan alto nivel productivo se necesitó de una organización social del trabajo y un profundo conocimiento agroambiental de su entorno.

Todo este complejo hidráulico y social hizo de Tenochtitlan y sus ciudades adyacentes una original civilización lacustre que ha maravillado al mundo hasta nuestros días.

Las chinampas en el presente

Las chinampas que todavía se preservan están construidas con tierra orgánica, asentada en las riberas de los lagos de Xochimilco y Chalco, en áreas poco profundas; habitualmente son rectangulares. En las áreas mejor conservadas, sus dimensiones son variables; las más grandes pueden tener cien metros de largo por diez o veinte de ancho. Entre una chinampa y otra se tienen canales pequeños o zanjas de uno o dos metros de amplitud que, a su vez, son cruzados por acalotes o canales amplios de navegación.

Conservación del ecosistema de humedales y reservorio de carbón

Considero a la chinampa una unidad agroforestal, pues al estar rodeada de unos árboles llamados ahuejotes cumplen un papel significativo en la conservación de la biomasa forestal. Los ahuejotes sirven para evitar el desmoronamiento de los bordes de las chinampas; sus raíces retienen firme los costados de las parcelas; dan sombra ligera a los cultivos, y sirven de barrera de viento. No está por demás decir su importancia como sumidero de carbón y que propicia la conservación de la riqueza biótica de los ecosistemas de humedales.

Chinampero en los canales de Xochimilco, Ciudad de México. Foto de José Luis Martínez Ruiz.

Chinampero en los canales de Xochimilco, Ciudad de México.
Foto de José Luis Martínez Ruiz.

Chinampas en Xochimilco en la década de 1930. Fuente: Schilling, 1938.

Chinampero en los canales de Xochimilco, Ciudad de México.
Foto de José Luis Martínez Ruiz.

Cultivo de lechugas en una chinampa. Foto de José Luis Martínez Ruiz.

Chinampero en los canales de Xochimilco, Ciudad de México.
Foto de José Luis Martínez Ruiz.

¿Vuelta a la ciudad lacustre?

Sorprende que en el presente, al suroriente de la Ciudad de México ―una de las metrópolis más pobladas del orbe―, se preserven las chinampas, hecho que solo se explica por la tenacidad de los chinamperos que conservan el conocimiento agrohidrológico de los pueblos originarios y, claro está, por su alta productividad. Una chinampa de San Gregorio Atlapulco es cinco y media veces más productiva por unidad de superficie que una tierra de temporal; además, sus canales sirven para los paseos tradicionales de los citadinos en las embarcaciones llamadas trajineras.

Cultivando en una chinampa. Foto de José Luis Martínez Ruiz.

Cultivando en una chinampa.
Foto de José Luis Martínez Ruiz.

Xochimilco

Chinampero en los canales de Xochimilco, Ciudad de México.
Foto de José Luis Martínez Ruiz.