Tomado de
pixabay
Obra: Los miserables
Autor: Víctor Hugo
Editorial: varias, como FonoLibro
Género: novela
Fuente: Los Miserables
“Los granaderos de la guardia municipal penetraban en ella, empujando al pilluelo, que retrocedía sin huir.
El instante era crítico.
Era aquel primer terrible minuto de la inundación cuando el río se levanta al nivel de sus barreras, y el agua empieza a infiltrarse por las hendiduras de los diques. Un segundo más, y la barricada estaba perdida.”
“De repente, cuando menos lo esperaba, y sin haber cesado de caminar en línea recta, notó que ya no subía; el agua del arroyo le golpeaba en los talones y no en la punta de los pies. La alcantarilla bajaba ahora. ¿Por qué? ¿Iría a llegar de improviso al Sena? Este peligro era grande pero era mayor el de retroceder. Siguió avanzando.
No se dirigía al Sena. La curva que hace el suelo de París en la ribera derecha vacía una de sus vertientes en el Sena y la otra en la gran cloaca. Hacia allá se dirigía Jean Valjean;
estaba en el buen camino, pero no lo sabía.
De repente oyó sobre su cabeza el ruido de un trueno lejano, pero continuo. Eran los carruajes que rodaban.
Según sus cálculos, hacía media hora poco más o menos que caminaba, y no había pensado aún en descansar, contentándose con mudar la mano que sostenía a Marius. La oscuridad era más profunda que nunca; pero esta oscuridad lo tranquilizaba.
De súbito vio su sombra delante de sí. Destacábase sobre un rojo claro que teñía vagamente el piso y la bóveda, y que resbalaba, a derecha e izquierda, por las dos paredes viscosas del corredor. Se volvió lleno de asombro.
Detrás de él, en la parte del pasillo que acababa de dejar y a una distancia que le pareció inmensa, resplandecía rasgando las tinieblas una especie de astro horrible que parecía mirarlo. Era el lúgubre farol de la policía que alumbraba la cloaca.
Detrás del farol se movían confusamente ocho o diez formas, formas negras, rectas, vagas y terribles.”.