Cuencas hidrográficas

Por Ismael H. Vera-Navarro

Las cuencas hidrográficas son grandes porciones terrestres delimitadas por los parteaguas que se forman en las mayores elevaciones de los cerros y montañas que les rodean, resultando un territorio de forma cóncava. Los escurrimientos de agua de las laderas de los cerros y montañas que componen el margen de la cuenca se concentran formando ríos o arroyos que desembocan en el punto de menor elevación del sistema, llamado punto de salida de la cuenca. Si el punto de salida es un lago, se le denomina cuenca endorreica; si es el mar, será una cuenca exorreica; cuando sus aguas se pierden por evaporación o infiltración sin llegar a un escurrimiento subterráneo, se llamarán cuencas arreicas, y cuando corren como ríos subterráneos se les conoce como criptorreicas (Escolero et al., 2006; Semarnat, 2013; Maass, 2015; Monterrosa, 2015).

Las cuencas están estructuradas jerárquicamente y pueden dividirse en porciones menores, compuestas por parteaguas de cerros con menor elevación. A estas divisiones interiores se les denomina subcuencas. De manera similar, dentro de cada subcuenca existen cuencas de menor tamaño, que son conocidas como microcuencas; estas porciones menores pueden incluir límites administrativos, como los de un ejido o un municipio (Garrido et al., 2010).

El funcionamiento de una cuenca no es el mismo en toda su extensión. Con base en la dinámica hidrológica, se pueden reconocer tres zonas funcionales distintas dentro de una cuenca: la zona de captación o cuenca alta, que es comprendida por las áreas más elevadas de la cuenca formadas por montañas y lomeríos, donde surgen los primeros escurrimientos (arroyos) después de que el suelo ha absorbido el agua que su capacidad le permite; la zona de almacenamiento o cuenca media es una zona en transición, donde los escurrimientos iniciales confluyen erosionando el terreno y transportando distintas clases de sedimento; y la zona de descarga o cuenca baja, donde el río principal desemboca en un mar o en un lago (Garrido et al., 2010).

Los flujos de agua superficial y subterránea no siempre tienen los mismos límites, ya que responden a dinámicas hidrológicas que son espacial y temporalmente distintas. Los flujos de agua superficial que componen una cuenca son los ríos y arroyos directamente alimentados por la precipitación y los escurrimientos. Por otro lado, los flujos de agua subterránea vinculados con la cuenca forman los acuíferos que se irán recargando en función del estrato geológico y del flujo del agua (Semarnat, 2013).
La dimensión de una cuenca es enorme, el espacio que comprende abarca diferentes tipos de ecosistemas, donde coexisten factores abióticos, como el agua y el suelo, así como factores físicos y químicos que posibilitan el desarrollo de la flora y la fauna (Monterrosa, 2015). Dentro del territorio de una cuenca existe una gran dependencia espacial y temporal de estos recursos con la cultura, la tecnología, las instituciones y las leyes (Escolero et al., 2006; Semarnat, 2013).

Estudiar y comprender la dinámica de una cuenca posibilita una mejor planeación del uso del agua, así como un mejor aprovechamiento de las características físicas y geológicas del territorio de la cuenca. Para la construcción de viviendas y otras edificaciones en general, se necesita hacer un estudio hidrológico del lugar, sobre todo si está cerca de cuerpos de agua que pudieran afectar las construcciones. Conociendo el comportamiento de los cauces y crecidas se pueden establecer las zonas más seguras para determinados tipos de construcción, con lo que se consigue prevenir problemas por desastres naturales. Luego del estudio hidrológico, al distinguir los sitios ideales para cada fin, también se puede conseguir minimizar el impacto ambiental que los asentamientos humanos pudieran generar. El impacto que generan las actividades humanas es diferente según su posición en la cuenca; el curso del agua, así como los nutrientes y contaminantes que son arrastrados en los diferentes cauces crean una conexión física entre todos los asentamientos humanos inmersos en el área (Swallow et al., 2001; Semarnat, 2013).
Desde las partes más altas de la cuenca hasta los mares o lagos, todos los habitantes generan cierto impacto, y como reflejo de esto, todo lo que se va acumulando en los cauces del territorio desemboca en las partes más bajas. La gravedad es la principal fuerza que gobierna lo que sucede en las cuencas, todo lo que está en los sitios más elevados podrá ser arrastrado superficialmente cuenca abajo en algún momento (Semarnat, 2013).

La complejidad del manejo de una cuenca obliga a diseñar acciones integrales que engloben las diferentes escalas del territorio. El manejo se inicia cuando los habitantes del lugar se reconocen como una pieza clave de la región y como beneficiarios de sus servicios ecosistémicos (Semarnat, 2013).
Los parteaguas de una cuenca generan el margen del territorio por donde los distintos cauces del agua se irrigarán. Para una correcta administración del uso del agua, deben usarse estos mismos márgenes estableciendo un balance entre la demanda y la disponibilidad de los recursos de la cuenca (Monterrosa, 2015).

Conclusión

Las cuencas hidrográficas son regiones de grandes dimensiones que se dividen en escalas menores, en donde se desarrollan diversos procesos en los que intervienen factores abióticos, naturales y humanos. El origen de una cuenca se compone de flujos de agua superficiales y subterráneos, los cuales deben ser estudiados en conjunto, pues una cuenca es un sistema íntegro y de excluir alguna de sus partes no se alcanzaría a comprender por completo lo que está ocurriendo en la zona.

Aunque una cuenca tiene diferentes cauces de agua, todos están relacionados entre sí, y lo que pase en alguna parte de la cuenca es potencialmente importante para el resto del sistema, particularmente lo que ocurre en las localidades más altas, pues en algún momento, aquello que se acumule arriba, puede ser arrastrado por el cauce y esparcido a través de las localidades más bajas hasta su desembocadura.

Las cuencas hidrográficas no se reducen sólo a los ríos y arroyos que escurren de entre las montañas hasta sus puntos de salida o de los cursos de agua subterráneos, sino que son una gran región que engloba diferentes ecosistemas y diferentes características geológicas que le proporcionan sus particularidades físicas, por lo que con los diferentes estudios de las cuencas se encuentra la mejor manera de usar las áreas o terrenos del interior de la cuenca según sus capacidades.
Todos somos habitantes de alguna cuenca, todos generamos un impacto en ella y es tarea de todos cuidar y hacer un uso consciente de los recursos y bienes que nos proporciona la estructura de su territorio. Del mismo modo, somos responsables de transmitir y multiplicar el conocimiento en beneficio de la cuenca y de todos los que dependemos de ella.

Referencias

Escolero, O., Domínguez, E. & Martínez, S. (2006). Ciclo hidrológico. En: Cotler, H., Mazari, M., & De Anda, J. (Comp.). Atlas de la cuenca Lerma Chapala, construyendo una visión conjunta. México, DF, México: Instituto Nacional de Ecología. Recuperado de www.inecc.gob.mx
Maass, J. M. (abril-junio, 2015). El manejo de cuencas desde un enfoque socioecosistémico. Cuencas de México. 1(1), 3-8. Recuperado de www.riob.org

Monterrosa, G. G. (abril-junio. 2015). Cuencas hidrológicas de México. Cuencas de México, 1(1), 9-12. Recuperado dewww.riob.org/sites/default/files/IMG/pdf/cuencas_de_Mexico_web-3.pdf
Semarnat, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. (2013). Cuencas hidrográficas. Fundamentos y perspectivas para su manejo y gestión. México, DF, México: Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Recuperado de www.biblioteca.semarnat.gob.mx
Swallow, M. B., Johnson, L. N., & Meinzen-Dick, R. (2001). Working with people for watershed management. Water Policy, 3, 449-455.

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Last modified on Monday, 28 December 2020 20:28

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