Estamos en la ciudad, son la seis de la mañana, tal vez las siete o más temprano. En fin, a esa hora, cientos, miles de jóvenes como tú se levantan para ir a la escuela o al trabajo, pues en México, como seguramente sabes, no todos los muchachos se levantan para ir a la escuela.
A esa hora y antes de salir a la escuela o al trabajo se hacen algunas cosas: ir al baño, bañarse, peinarse, cambiarse, poner en la mochila todo lo necesario para ir a la escuela o al trabajo. En tu casa o en la de otros, hace ya un buen rato, antes que alguien como tú saliera de la cama, alguno de la familia, tu madre, la abuela, una hermana de tu madre o la sirvienta, en ocasiones hasta tu padre, se ha levantado para prepararte el desayuno o cuando menos una torta, para la hora del recreo o del almuerzo en el trabajo; la cosa es llevarse algo a la boca, comer algo y no salir de casa “con la panza de farol”.
Si eres de los afortunados, tendrás una mesa servida: jugo de naranja, un buen plato de cereales, “el confleis”, un vaso de leche. La hora de salir se acerca. Comes aprisa, el tiempo apremia; si no es muy tarde, te lavarás las manos, la boca; luego recogerás la mochila, la bolsa con la torta, el “lonche”, “el sanguich” o el refrigerio y a correr, pues se hace tarde y no alcanzas el camión o al coche de tu padre lo atora un “embotellamiento” en cualquier esquina. Como dije, no todos los jóvenes son tan afortunados y en este país, los más, salen con la bendición y unos abundantes “buches de saliva”. Pero tú has desayunado, y contento, “con la barriga llena” vas “caminito de la escuela”.
La mañana va enfilando hacia el mediodía y en el silencio de la escuela, la chicharra suena, el grito unánime llena todos los rincones; es la hora del recreo. La multitud de muchachos invade el patio, algunos van al baño, otros corren a la “cooperativa”, algunos traen su “tóper” lleno de comida preparada por su madre.
La maestra les ha estado hablando toda la mañana de la naturaleza, de los seres humanos y de lo que éstos, a largo de la historia, han inventado y hecho para aprovecharla, para transformarla.
Uno de esos descubrimientos, de esas invenciones, de esas artes, es la agricultura. A ti y a muchos no les ha quedado muy claro. Te encaminas hacia un solitario rincón del patio, sacas la torta y mientras te la llevas a la boca, te haces tres preguntas: ¿qué es la agricultura?, ¿cuándo aparece en la faz de la Tierra?, ¿cuáles fueron los primeros cultivos?
A ver, tú, si, tú, ¿nos podrías ayudar a encontrar las respuestas?
Abajo están anotadas las tres preguntas, subraya la verdadera.
La agricultura es:
1. Algo perteneciente o relativo al suelo, especialmente en lo que respecta a las plantas.
2. Acción que, mediante abonos y riegos, hace que la tierra, sin descansar, produzca las cosechas.
3. Labranza o cultivo de la tierra.
4. Arte de cultivar la tierra.
¿Cuándo aparece en la faz de la tierra?
1. En el Cretácico por la escasez de caza y alimentos de recolección.
2. En la Edad de Bronce, por la observación del crecimiento de las plantas.
3. En el Neolítico, cuando el quehacer de las sociedades originarias evolucionó de la caza, la pesca y la recolección.
¿Cuáles, se dice, fueron los primeros cultivos?
1. Papas, jitomates, calabazas, lechugas, pimientos morrones, zanahorias, berenjenas.
2. Cereales: trigo "espelta", trigo "mocho", cebada. Leguminosas: guisantes, lentejas, yeros, garbanzo; y lino.
3. Mandarinas, naranjas, chicozapotes, guanábanas, ciruelas, jícamas, papayas, piñas.
Creo que también, alguien como tú, ha encontrado las respuestas, pero está pensando en profundizar sobre el origen y posterior desarrollo de la agricultura, porque el tema no se queda ahí, apenas creemos saber qué es, cuando apareció y cuáles fueron los primeros cultivos, pero eso no es todo, no señ...
¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiing! ¡riiiiiiiiiiiiiiiiiiing! ¡riiiiiiiiiiiiiiiiiiing! la chicharra anuncia el fin del recreo, todos corren, se empujan, regresan a sus salones, ¿qué te parece si también nosotros, entramos al salón de clases y escuchamos lo que la maestra va a agregar sobre la agricultura?
La maestra, de pie, con sus enormes zapatillas, que la hacen ver más alta de lo que realidad es, espera que todos estén sentados y, en silencio, cuando no se oye más que el murmullo de los alumnos en los otros salones, se aclara la garganta y pregunta:
—Quién de ustedes sabe, ¿en qué lugar del mundo se dice, inició y apareció físicamente la agricultura?
El silencio ahorca a la pregunta. La maestra pasa los ojos por los alumnos; nadie se mueve, todos ven como la delicada mano de la maestra se levanta y su dedo apunta.
—A ver, Cabiedes, díganos, ¿en qué lugar ocurre ese hecho?..
—Yo no sé, maestra, pregúntele a López— salta Cabiedes.
La carcajada es general, la maestra se voltea para que no vean cómo también ríe.
Acto seguido, levanta la mano y el silencio se hace.
Les voy a contar una historia…
—La agricultura— retoma su discurso, —nace, según los estudiosos versados en el asunto, en un lugar impensado en un territorio imposible, en un sitio hostil, situado en una parte del cercano Oriente, entre ardientes arenas y mares desconocidos; a esa región uno de esos experimentados sabios dedicados a la investigación, el arqueólogo James Henry Breasted (1865-1935) de la Universidad de Chicago, lo llamó “El Creciente Fértil” o "Media Luna fértil o “Las tierras fértiles”, porque según él, el sitio se parecía a la imagen de una Luna en cuarto creciente, ¿saben cómo se ve en cuarto creciente? ¿No? Pues cuando nuestro satélite parece unos cuernitos luminosos en el espacio por las noches.
“Esta media Luna fértil” abarca, por un lado, desde el valle del Nilo y la orilla oriental del Mediterráneo hasta el norte del desierto de Siria y, por el otro, desde el norte de Arabia, toda Mesopotamia hasta el Golfo Pérsico. En la actualidad, esta superficie pertenece a los territorios de Egipto, Israel, Cisjordania, la Franja de Gaza y Líbano; en ella también hay partes del río Jordán, Siria, Irak, el sudeste de Turquía y el sudoeste de Irán. Se estima que en la antigüedad, la población de la “Media Luna fértil” era de aproximadamente entre 40 y 50 millones de personas.
—Miren, éste es un mapa de la parte de mundo en la cual surgió la agricultura; ese dibujo delineado en negro representa el territorio de “El Creciente Fértil”, "Media Luna fértil o “Las tierras fértiles” ¿lo ven? Observen cuánto desierto, cuántos mares e imaginen cuántas costas debe haber ahí.
—A ver, Cabiedes, dinos ¿por qué en un lugar tan seco como ese, nació la agricultura?
Cabiedes se para, “pela los ojos”, mueve su cabeza de un lado a otro como buscando la respuesta en cualquier rincón del salón y con la voz apagada responde:
—¿Y yo qué sé maestra? Mejor pregúntele a López.
—A ver tú, si tú, no hay que ser, échale una manita, ayuda a Cabiedes a salir del atolladero, ¿qué otro elemento había en ese lugar para que ocurriera el nacimiento de la agricultura?
Subraya la respuesta correcta:
1. Aperos de labranza (arados, azadones).
2. Sistemas de riego por aspersión.
3. Bestias de tiro (caballos, asnos, bueyes).
4. Ríos.
Mientras tu leías esto, López, que es un buen compañero de Cabiedes y ha leído mucho, por lo bajo, y aprovechando que la maestra se ha volteado a ver la imagen, le ha soplado la respuesta.
—¡Ríos, ríos maestra!— Grita nuestro interrogado.
—¡Muy bien, Cabiedes! Ahora dime el nombre de esos ríos, los territorios que bañan las aguas de esos ríos y dónde crees que nacen.
Cabiedes, rojo como una manzana, se sienta balbuceando por lo bajo:
—Yo no sé maestra, usted ya la agarro contra mí, pregúntele a López, él sí se la sabe.
La risotada es general, la maestra, prudente vuelve a voltearse, se tapa la boca, tampoco aguanta la risa. Sobre el alboroto de todos López da respuesta de corridito a la pregunta:
—Maestra, “El Creciente Fértil”, la "Media Luna fértil o “Las tierras fértiles”, como las llamó el arqueólogo Breasted, ocuparían una extensión aproximada de quinientos mil kilómetros cuadrados de terreno.
—¡Muy bien, López!
—Esa cantidad de tierras es bañada por los ríos Nilo, Jordán, Tigris y Éufrates; estos dos últimos son los más importantes y fluyen, por un lado, desde el valle del Nilo y la orilla oriental del Mediterráneo hasta el norte del desierto de Siria, y por otro, desde el norte de Arabia, toda Mesopotamia hasta el Golfo Pérsico. Estos lugares son parte, en la actualidad, de los territorios de Egipto, Israel, Cisjordania, la Franja de Gaza, y Líbano; partes del río Jordán, Siria, Irak, el sudeste de Turquía y el sudoeste de Irán.
Todos en el salón aplauden, mientras López, satisfecho, pasando al frente del salón, hace una teatral reverencia.
Cuando los aplausos cesan, la maestra, para completar lo que López ha dicho agrega:
—A otras regiones en el mundo, donde ocurrió el descubrimiento de la agricultura, también se les llama “El Creciente Fértil”, "Media Luna fértil o “Las tierras fértiles”. ¿Quién me dice cuáles son esos lugares?
Y mientras todos voltean a ver a Cabiedes y éste se hunde en el asiento de su pupitre, demos respuesta a la pregunta de la maestra, subrayando la contestación correcta:
Los lugares son:
1. Los bosques de Siberia en la actual Rusia.
2. Las altiplanicies mexicanas (cultura del maíz), ciertas regiones de China (cultura del arroz), los Andes peruanos (cultura de la papa) o del África subsahariana (cultura del sorgo).
3. Las islas habitadas de los mares del sur.
Como tú, alguno de los compañeros de López y Cabiedes ha dado con la respuesta. Sí, así es, la respuesta correcta es la número dos.
La maestra consulta su reloj, desaparece la imagen del mapa, se encamina con sus enormes tacones hacia su escritorio y empieza a acomodar sus cosas mientras dice:
—Bueno, muchachos, espero que el tema les haya gustado y les haya resultado interesante. En las próximas clases veremos más sobre la agricultura, porque hoy hablamos sólo del lugar de nacimiento de la misma, nos falta ver cómo se desarrolla, qué herramientas se utilizan, como se van mejorando, los tipos de cultivos, la manera en que la agricultura afectó o mejoró la calidad de vida de los seres humanos, y cómo el desarrollo de la agricultura afecta y ha afectado la naturaleza.
De tarea busquen en el diccionario las palabras raras, difíciles, que no entiendan. También investiguen, busquen en libros y en la Internet, como era la agricultura en la antigua Grecia, en Roma, en la Edad Media, en la época moderna, en la contemporánea y en la actualidad, para saber, para conocer, para que cuando les pregunte no les hagan como Cabiedes; ahora le pregunté a él, pero pudo ser a cualquiera de ustedes.
Cabiedes se levanta, va a decir algo, pero la chicharra suena anunciando la hora de salida y acalla sus palabras. Todos a una se lanzan hacia la puerta. La clase ha terminado.
Y quien escribe estas líneas, les pide: vayan, busquen información sobre éste y otros temas relacionados y así tengan las respuestas para sus maestros y para ustedes mismos, cuando alguien les pregunte de diversas cosas; que no se queden como Cabiedes y deba venir ningún López a sacarlos del atolladero.
Si quieres contactar a Fernando Leyva Calvillo, autor de este artículo, escríbele a This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. .