Es pleno invierno, un viajero llega, en medio de una dura ventisca, a la casa de un noble romano; al traspasar el patio y entrar a los aposentos, de inmediato siente la calidez en el piso, deja de temblar de frío; a sus pies, existe un espacio que irradia tibieza a la vivienda.
Se trata de un sistema de calefacción subterránea llamado hipocausto (en griego) (hypocaustum, en latín), creado o perfeccionado en el siglo I a. C. por el ingeniero Cayo Sergio Orata, que se usaba en las termas o baños de vapor, así como en las casas de los ciudadanos más acaudalados.
¿Cómo funcionaba?
Se necesitaban elementos muy simples: barro, madera, ladrillos, que en conjunto hacían magia: calor.
Se instalaba un horno de leña fuera de la casa, por debajo del nivel del suelo; el calor que generaba pasaba a una cámara de aire sostenida por pilares de ladrillo de 40 a 60 cm de alto; en las paredes había ladrillos huecos que conducían el aire caliente y almacenaban e irradiaban calor; esos ladrillos llegaban hasta el techo, por donde salía el calor sobrante.
En ocasiones, el calor se canalizaba por tubos de barro hacia las paredes, calentando suelo y paredes.
Si quieres conocer más sobre el sistema hipocausto, te recomendamos leer:
Así funcionaba el Hipocausto. Recuperado de http://www.ison21.es/2008/07/06/asi-funcionaba-el-hipocausto/.
Hipocausto: el suelo radiante con más de 2000 años. Recuperado de http://nergiza.com/hipocausto-el-suelo-radiante-con-mas-de-2000-anos/.
Vaquero, M. P., & Toxqui, L. (Eds.) (2012). Agua para la salud: pasado, presente y futuro. España: Editorial CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Zarzalejos-Prieto, M., & Guiral-Pelegrín, C. (2014). Historia de la cultura material del mundo clásico. España: Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED.
Imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b7/Hypokaust_thermen_arch_park_xanten.jpg